La relación con el aire es vital, necesaria, nos oxigena, comunica lo que está adentro con lo de afuera, nos permite elevarnos por sobre lo conocido, ir más allá, proyectar, viajar con el pensamiento.
Se dice que la cantidad de pensamientos que tenemos es proporcional a la cantidad de respiraciones que tenemos por minuto; hacer una pausa, inspirar profundo, dejar que el aire nos llene, dejar que todo salga, permitir que se haga el vacío.
Lo importante es liberarnos del ruido, no enganchar con el chicharreo mental, y por difícil que parezca hay técnicas de meditación, por ejemplo, el gibberish, que nos permite limpiar nuestra mente de todos esos pensamientos que no sirven para nada.
Poner atención a lo que ocupa nuestra mente, a qué pensamientos dejamos entrar en nosotros, son como semillas que lanzamos a la vida. Cuidemos todo lo que vamos dejando por ahí sembrado.
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