El útero es la casa de la creatividad, allí se plasma nuestra relación con la vida y con el placer; hemos sido bienvenidas con el pulso maravilloso de la tierra y el agua, en íntima conexión con toda la vida; somos cambio, vida y muerte alternándose, creando, destruyendo, volviendo a crear, sin aferrarnos jamás, de eso da testimonio nuestra luna, mes a mes.
Ahora bien, para que nuestra esencia se muestre en su máxima expresión es necesario que caminemos atentas a nuestras emociones, que el agua fluya clara,el libre flujo de nuestras emociones nos garantiza una expresión coherente y la vivencia del presente libres del miedo y de la culpa.
Haber elegido encarnar como mujeres nos convierte en dadoras de vida, no sólo por nuestra capacidad de traer hijos al mundo, sino porque somos creadoras por naturaleza, la creatividad surge de la relación amorosa con nosotras mismas, con nuestra esencia, honrando y bendiciendo nuestros ciclos.
Ya sea al cocinar los alimentos, en el modo en que nos vestimos, arreglamos nuestro cabello o decoramos la casa, siempre hay un detalle que tiende hay hermosear la vida, que nos entreteje con dulzura y alegría y deja nuestra huella. Cuando nos sentimos secas es porque algo no está fluyendo, la energía comienza a estancarse cuando nos desconectamos de la emoción.
Y a continuación conviene preguntarse qué estamos sembrando, qué tipo de emociones alberga nuestro vientre, qué tan felices estamos de ser mujeres, cómo se expresa nuestra femineidad. La fecundidad no tiene que ver con ser madres, sino con ser lo que somos, representantes de la naturaleza, y desde nuestro quehacer sea cual sea generar vida, hacer nuestro aporte.
Cómo vivo mi proceso menstrual, ¿hay dolor todavía?, ¿logro materializar mis proyectos? O algo pasa a mitad de camino y todo se diluye, ¿asumo mi rol de creadora? ¿amo mis creaciones o me parecen engendros? ¿Me asustan los cambios? ¿Qué es lo que no quiero soltar?
La invitación es a gestar y a confiar, muchas veces nos frustramos porque no vemos resultados, sin embargo, hay procesos que requieren tiempo y paciencia para verse realizados y si perdemos la fe a medio camino no alcanzamos a cosechar lo que hemos sembrado. Al igual que la semilla que entregamos a la tierra, hay un momento de misterio, de oscuridad que transcurre en la profundidad de la tierra, donde se produce la magia, la transformación de esa semilla en un nuevo ser. No temerle a la oscuridad, confiar y saber esperar con la tranquilidad que da saber que hemos hecho nuestra parte.
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