En asuntos del corazón, ni lo uno ni lo otro sirve, porque sentir no es cosa de conceptos ni mucho menos es algo que se pueda forzar en una dirección predeterminada. Cuando el agua fluye solita encuentra su cauce, de igual modo, las emociones necesitan moverse libremente para dar vida, de lo contrario se convierten en fuente de estancamiento y caldo de cultivo para el miedo, la enfermedad y el dolor.
A veces, en especial, cuando no somos muy dadas a fluir con la emoción, podemos llegar a temer que las emociones nos aneguen el alma y arrasen con todo, sin embargo, ese temor a perder el control es mental , y en lugar de ayudarnos a sanar, nos reprime aún más. De cualquier modo siempre es preferible una buena crisis a seguir matándonos en vida, y es que negarnos a sentir equivale a secarnos por dentro.
Atrevernos a soltar, a drenar nuestras aguas profundas, liberar la emoción tendría que ser igual de natural que respirar, pero es que incluso respirar se ha vuelto algo mecánico, olvidando la función vital que los elementos tienen en nuestro ser. Es tiempo de hacernos cargo de nuestra emocionalidad, considerando que cuando el agua cuando se estanca se pudre, no hay tiempo que perder para volver a fluir.
No es casualidad que el planeta azul que nos sostiene esté compuesto de un más de un 80 % de agua al igual que nuestro cuerpo, ni tampoco es casual que el agua represente el centro emocional del ser humano. Por lo menos, desde mi entendimiento queda clarísimo que venimos aquí a evolucionar emocionalmente a través de nuestra relaciones, de nuestros vínculos que son los que nos posibilitan la infinita gama de emociones, el contacto con el otro, la empatía y el amor.
Al final el afán no resuelve nada, es la vida misma quien nos lleva en su flujo y es decisión nuestra dejarnos fluir. Si a esto le queremos agregar claridad y fuerza de voluntad, resulta una buena combinación, pero en ningún caso basta con el esfuerzo o la racionalización. Siempre es bueno oxigenar nuestras emociones, el agua también tiene oxígeno, aire, que es el componente mental que nos permite ver e interpretar lo que experimentamos a nivel emocional.
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