viernes, 29 de octubre de 2010

Sanando mi linaje

Cuando escribí el título de inmediato pensé que en realidad es bien poco lo que sé de las mujeres que vinieron antes de mi, y si bien, ser mujer ya entrega todo un universo por descifrar, no conozco los detalles de sus vidas, su historia, sus nombres...Y es que al final, pienso, da un poco lo mismo; eso de querer manejar información es una pretensión demasiado intelectual para un intento que ante todo tiene que ver con el corazón .

Al pensar en ellas, me gusta imaginarlas a mi alrededor dándome su bendición, tal vez yo no sepa quiénes fueron, pero ellas sin duda saben quien soy yo, son ellas quienes pavimentaron con sus vidas el camino hasta aquí, es su sangre la que corre por mis venas, su memoria permanece en mis huesos, en mis células existen como una plegaria en mi nombre.

Yo soy presente, todos los tiempos conjugados aquí y ahora,  soy mujer, soy madre, soy conciencia, soy amor. Recibo la sabiduría de todas las mujeres de mi familia, y pienso cómo hacer mi parte, porque no quiero seguir repitiendo ciegamente patrones dolorosos; yo hundo mis raices en la tierrra y  asumo mi lugar en la cadena, pero no quiero vivir encadenada ni  cargar con los mandatos que generación tras generación han privado  a mis ancestras de libertad.

Es muy fuerte el mandato de la sangre, contiene toda la memoria, los siglos de sometimiento y también desde más lejos aún llegan las voces de mujeres libres, salvajes viviendo en armonía

La voluntad de sanar es un acto de amor, amor a una misma en primer lugar, amor a nuestro linaje, a nuestras madres, abuelas, hijas, nietas,  amor a todas las mujeres venidas y por venir,  a la hermandad, la Madre.

Luna Semilla: 13 relatos de mujeres.

Las mujeres de mi raza
Hombre Pájaro
Bendita Seas
Hambre
Edades Ciegas
Si no fuera por la sangre
Estrella hija de estrella

Promesa

No volveré a permitir que me corten en pedacitos sólo para que puedan digerirme mejor.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Buscando a mi hombre

El tema surgió de un mal entendido, recuerdo que le escribí un mail de despedida a mi ex novio, amante... lo que sea, y mi mensaje remataba diciendo que en realidad, pese a todo, yo estaba decidida a ponerle corazón a la vida y seguir buscando a mi hombre.., no hubo respuestas, pero a los días me lo encontré y parecía algo molesto.

Entre las pocas palabras que intercambiamos, pude descifrar que eso de seguir buscando a mi hombre no le había hecho mucha gracia, y peor aún, se las había ingeniado para dar vuelta la situación y quedar él como una pobre víctima de mi inestabilidad emocional y eterna insatisfacción. O sea!!! Ya no era yo la engañada y abandonada por otra, sino la mala mujer que ya tenía listo al reemplazante y que se quejaba de puro llena.

Ahora bien, si la cosa hubiese sido así creo que no tendría reparos y me sentiría bastante mejor d el oque hoy por hoy me siento, digo lo del abandono fue cierto y cuando pronuncié la frase aquella no me refería a darle curso  a mi siguiente conquista sino a incorporar la energía masculina desde mi, a dejar de buscarla afuera lo que siempre fue y es tan mal negocio. Claro está que yo no iba a entrar a explicarle eso de buscar en mi y no afuera, porque no venía al caso y dudo que entendiera. 

El asunto es que a mi sí me quedó dando vueltas el tema, porque mi estoica frase, tergiversada y todo supone una enorme verdad: y es que cuando no estamos conscientes de que la energía masculina no es algo privativo de los hombres, la búsqueda sí se limita a ellos. Y es que en lo personal, me demoré harto tiempo, digamos 27 años en comprender que todo lo que necesito está dentro de mí, antes de eso, iba por la vida con una sensación de carencia, de incomplitud, obviamente muy disimulada tras mi personaje de mujer autosuficiente. Y no es que por aquel entonces yo no tuviera un lado masculino, que sí lo tenía aunque era muy rudimentario, me refiero a que era la interiorización la había hecho a partir de modelos culturales muy lejanos, tan lejanos que parecían una caricatura, entonces era yo muy agresiva, muy competitiva y racional, como una forma de validarme en el mundo creo; me construí un personaje rudo, desenfadado, confrontacional, de una prepotencia intelectual que daba escalofríos y ni hablar de cómo desde ahí me relacionaba con mi ser femenino, porque creo que ni siquiera reparaba gran cosa en que yo después de todo (ojo, después de todo) era mujer.  

Yo siempre he dicho que a los hombres recién los vine a descubrir cuando empezaron a gustarme, por ahí por los 13, 14 años, y representaban un enorme misterio. Antes, no recuerdo que fueran tema, no tuve padre ni hermanos ni tíos ni abuelo ni vecinos creo, y el único familiar con el que tuve un vínculo a afectivo era gay, y a eso no ayudó mucho mi educación de señoritas rodeada de puras niñas, monjas y profesoras siúticas. Sin embargo, la ausencia de hombres no implicó que aprendiera a ser mujer, porque en esa burbuja de señoritas, que también parecían sacadas de una caricatura, tampoco había nada que me guiara, al contrario todo me repelía y por aquel entonces yo estaba sorda a la intuición. 

La cosa es que a los hombres los incorporé como objetos de deseo, y digo objetos, porque nunca me di el trabajo de considerarlos como personas, hubiese sido algo demasiado personal y yo no podía perder el tiempo con sentimentalismos de mujer, en el fondo lo que me asustaba era la cercanía, yo no sabía que la receptividad era algo femenino, y que mientras más renegara de mi género más lejos estaba de un encuentro verdadero con el otro.  Y en mi delirio no sólo los hice objeto de mi deseo, sino también de mis miedos, mis carencias, mis trancas, de mis manías, de mi rabia, de mi odio incluso, pero todo eso sin llegar a conocerlos en verdad, eran sólo superficies sobre las cuales yo me miraba en juego bien macabro ahora que lo pienso, porque replicaban el dolor, la soledad, el desamor una y otra vez.


Así me la pasé unos 10 años, quizás más, hasta que vino el momento de la verdad, me enamoré, bajé la guardia y contra todas las reglas que decían expresamente "NO ENAMORARSE", me enamoré y por fin supe lo que era querer a otra persona más allá de mí misma, o sea, partía mí todo, pero no terminaba en mí. Está demás decir que me cagué de susto, uff!!! de pronto sentir tanto, después de vivir anestesiada, y para  colmo las circunstancias que  no eran las óptimas, porque mis relaciones si tenían un sello común, era el drama.


Lo maravilloso fue el sentimiento, y es que yo no me sabía capaz de experimentar cosas tan bonitas, lo más parecido al amor que había vivido era la amistad y cruzada por hartas pataletas de mi ego, robándome la bendición, pero lo que yo sentía no tenía nada de egoísta, de hecho supe que estaba enamorada porque ya no pensaba solo en mi, y eso de incorporar al otro me resultaba nuevo y aterrador; hablarle de lo que estaba sintiendo y finalmente dejarlo ir fue toda una prueba, más que de amor, de integridad, me tocaba sí o sí respetar el proceso que de ninguna manera iba a caminar en ese sórdido escenario.


La decisión de estar sola fue en verdad una decisión, a solas conmigo misma, y no es que mis niños, hicieran verdadera compañía, sólo me distraían de pensar en mí, en lo perdida que andaba yo por la vida. Hasta que me encontré y los cuestionamientos identitarios ya tan habituales se reforzaron:  de dónde vengo, a dónde voy; mis amigos se burlan de mi diciendo que soy la mujer existencial, y sí un poco, es que eso de pensarme es un rollo, sólo que esta vez le agregué sentirme. 


Fue por aquel entonces que empecé a cuestionarme mis relaciones, y un día a mitad de una lectura de tarot que un amigo hacía para mí, descubrimos que yo no sabía cómo relacionarme, no tenía la más mínima noción, las cartas decían que nunca me había sentido querida y que eso de algún modo me desvinculaba de la realidad, me dejaba absorta en mi mundo mental, con estos lazos y seres imaginarios que yo proyectaba por doquier. Yo me sentí bastante identificado, pero él con lo amoroso que es  pensó que la cosa no podía quedar así  y aprovechando que además de ser intérprete era mi amigo, me anduvo terapiando.


En estos caso es requisito volver a las raíces, al hogar de origen, padre, madre, niñez; me da un poco de lata a estas alturas volver allá, porque ya me sé el camino de memoria, sin embargo, me continúa llevando por caminos insospechados, y esa vez no fue la excepción. El Roco, que así se llama mi amigo, me volvió a tirar las cartas para ver qué onda mis bases emocionales y yo trataba de guiar la lectura pensando en lo que sabía, pero no cuadraba la información y eso nos llevó a indagar más y más, para terminar viendo que todo mi sufrimiento por el supuesto abandono paterno y de ahí las derivadas dificultades para relacionarme con los hombres de una manera real, no tenían fundamento, porque según las cartas mi madre ni siquiera se había dado el trabajo de contarle sobre mi nacimiento. 


Yo quedé en schok, no podía creer lo que oía, me descompaginaba entera, porque del abandono deliberado y maldito, pasaba al desconocimiento, que en su peor grado podía ser inconsciencia. Y mi mamá!!!, mi mamá, mi santa madre, tan abnegada ella, que había sacrificado todo por mí, como le gustaba decir


Me sentí tentada a creer que Rodrigo por primera vez se equivocaba, dolía menos así, sin embargo, los días que vinieron no pude dejar de pensar,   mi vida se volvió un infierno de dudas, de fantasmas desordenados y yo sin saber a quién preguntarle por la verdad, porque todo eso resultó ser verdad, pero me demoré un buen rato en saberlo. A partir de ese momento el tema volteó mi mirada hacia lo femenino; no recuerdo que nada me haya dolido más que descubrir esa mentira, fue como si los lazos que me unían a la realidad se hubiesen cortado de golpe y yo a la deriva no hacía más que sufrir, en ese tiempo no veía la oportunidad de reescribir mi historia ni de sanar la relación con mi mamá, que ni siquiera era un tema para mí, recién años después puedo ver que esa herida venía de mucho antes de descorrer el velo, porque ahí todo estaba lastimado y todo era, al igual que mis otras relaciones, falso. 



Recuerdo que esa situación fue la que me llevó a los círculos de mujeres por primera vez; me habían invitado en mil ocasiones y siempre encontraba la excusa perfecta para no ir , sin embargo ,ese día no tenía fuerza para argumentar, me estaba muriendo. Y llegue al cerro, llena de prejuicios, porque me dio en esos días por odiar aún más a las mujeres, y sin reparar en la contradicción que representaba estar allí, me refiero a me sentía profundamente herida por una mujer, y no cualquier mujer, sino la fundamental, la más amada e iba donde un grupo de desconocidas a buscar alivio. 

Poco duraron mis razonamientos, porque apenas llegó mi turno de presentarme, y teniendo ya el discurso preciso en la punta de la lengua,  me pusé a  llorar y alcancé a balbusear lo enojada que estaba con mi madre, después todo fue como mirarme al espejo, con cada una se repetía algo de mi historia, de mi sentir, la bendita sincronía por fin me hacía sentido. 

Entonces partieron estos años bellos de reconocerme como mujer, de sanar mi alma , cuerpo, mi corazón de mujer, mi ser de niña, de ver con otros ojos mi propia maternidad, de ver hacia atrás y entender que los errores no eran contra mí, eran el resultado de siglos de desamor, soledad  y abuso, que las mujeres de mi linaje iban replicando.  Así me supe viva, y abundante, me supe sabia, supe que no podía seguir huyendo de mi, de la sangre en mis venas, de mi historia, de mis honduras emocionales, de mis heridas, ya no me podía seguir escondiendo detrás de mi disfraz de hombre rudo, porque yo no era un hombre. 

Y me acerqué al modo de consciencia femenino, a la tierra, a la luna, a mi útero, a mis ciclos, ese es el camino que elegí recorrer, sin embargo, a veces siento que ya es tiempo de incorporar lo masculino nuevamente, desde el entendimiento que tengo ahora que si bien resulta un tanto abstracto, es harto más armónico que mi visión anterior. 


Cuándo me pregunto por qué razón elegí nacer sin un padre presente, más que para el acto de concepción, pienso que durante mucho tiempo no tuve respuestas, hasta que empecé a registrar las experiencias de mujeres con un exceso de padre, más allá de los meros referentes culturales, porque si bien crecí lamentándome de la ausencia de un proveeedor, que diera estabilidad a mi familia, que pusiera la cara por mí y me protegiera, me dí cuenta que en primer lugar, tener un padre no significa todo lo anterior, pues el título de paternidad no garantizaba nada, y más aún, había padres que no sól oquerían brindar seguridad y cariño, sino además querían controlar todo, tener la razón. imponer su visión de mundo, 

Así en perspectiva, ese vacío con el que crecí, que hoy por hoy prefiero llamar espacio potencial, es susceptible de ser llenado con la visión que yo elija del universo masculino, y no fue formateada desde un comienzo con una imagen de pretendida autoridad. No sé si será un acomodo de mi mente que tiende a buscar el lado amable de las cosas,  que por lo demás me gusta harto, pero pienso en el alivio de no cargar con un credo, una ideología, una moral paterna, y en el desgaste  de energía que en el mejor de los casos hubiese significado oponerme a un padre, y me hace harto sentido mi elección. 

En la medida que voy recordando me doy cuenta de qué si tuve una suerte de referente masculino, si bien no recuerdo haber comulgado con la fe cristiana en ninguna de sus variantes, al menos no una forma voluntaria, digamos que el internado de monjas y la asistencia dominical al Templo evangélico nunca fueron de mi gusto, me gustaba un poco ese dios del que hablaban, o sea, como que le tomé cariño y a veces hasta le hablaba, le formulaba quejas, preguntas, improperios ... y sin creer realmente en su existencia como me la habían pintado, omnipotente y castigadora, si me nacía remitirle ciertos asuntos personales como una suerte de interlocutor imaginario, entonces yo pensaba qué me diría dios en el remoto caso que existiera, y dios me decía: relájate, confía, todo va a estar bien, y en el fondo era yo quien hablaba, digo era mi voz proyectada en ese personaje, sólo que yo no me sentía ni tan sabia ni segura ni tan protegida. 

Hace poco visité una iglesia con motivo de un concierto de cámara, y mientras permanecía allí me sorprendí pegada mirando a un Cristo que colgaba sanguinolento del techo, con la cruz sujeta a unas cadenas. Ahora que recuerdo para mi ese tal Jesús, como le dice mi hija, era una especie de hermano mayor con el que también conversaba de vez en cuando, tal vez suene un poco esquizofrénico pero es todo lo contrario, si  no hubiese sostenido ese diálogo interno, probablemente me hubiese vuelto loca. Yo le decía cosas, como por qué a mí y luego rectificaba pensando que el pobre estaba harto más jodido que yo y aún así se entregaba. 

Creo que la razón básica por la que siempre desconfié del cristianismo es por eso del sacrificio, nada que decir sobre la conciencia crística que es puro amor, pero el sufrimiento, si bien  me he urgado las heridas durante años, en verdad no me agrada. 

Después de mi rodeo autobiográfico y volviendo a los temas más actuales, retomo eso de buscar a mi hombre; pienso a búsqueda del padre ya no me motiva, desde que supe que no me abandonó sino que mi madre no le dijo nunca que yo iba a nacer, me reconcilié bastante con su figura, y aunque no es llegar y cambiar el switch, he visto enormes progresos en mi desde entonces. 

Me pregunto dónde está mi aire,  la claridad, el verbo; dónde está mi fuego, mi motor, mi entusiasmo. Algo pasó, bueno sí, todo pasó y ahora me toca rearmarme, mal negocio buscar afuera si yo lo tengo todo dentro de mí. El asunto es que no sé por dónde partir, apuesto mientras tanto a seguir viviendo y reconociendo nuevas áreas de mi ser e integrarlas. 


Si me preguntaran qué es lo que quiero hoy, como hizo hasta el cansancio mi ex, hombre muy asegurado, les diría lo mismo que a él, que estoy viviendo, que me estoy buscando, que recién me estoy comenzando a reconocer en esta faceta de mujer libre y asumidamente mujer, que es loco vivir sin miedo, que hasta mi cuerpo se siente distinto (al parecer que las respuestas pasaran todas por mí, no le hizo mucha gracia). Tal vez hoy agregaría que quiero intentarlo, que quiero aprender a quedarme,  a ser con otro. 


Tuve una pequeña crisis hace poco, pensando que eso de ser pareja no era lo mío, que en realidad, yo era más bien itinerante, convencida por la fuerza de la costumbre de mis vagabundeos previos, de los que no reniego, pero estoy cansada, creo que avanzar en una pura dirección supone un estancamiento. Ya no tengo razones para seguir huyendo, es más: NO QUIERO SEGUIR HUYENDO. 


Y aún así mi frase sigue siendo metafórica, el asunto es cómo  reconocer ese lado masculino sano en mi, para empezar a resonar en esa frecuencia y dejar de atraer pasteles, como dice una hermana: llega el día en que decides cerrar la pastelería y dedicarte a otros oficios. Pues bien, yo me declaro encontradora de mi hombre, aunque ese hombre no entienda ni jota lo que digo, porque está claro que si mi ex no pudo entenderlo, así como tampoco entendería que la energía femenina bajo ningún término es algo privativo de las mujeres, y vaya si le falta receptividad.

lunes, 25 de octubre de 2010

Mujer Luna

Mujer Luna


Mujer Luna: Medicina,
mujer Luna: Sanación,
compartiendo por la vida
la alegría y el amor.

Cada ciclo eres mi espejo,
cada ciclo cambio yo:
Hermanita, te agradezco
recordarme lo que soy.

Mujer Luna sosteniendo
con tu rezo el corazón
de toditas las mujeres
que están despertando hoy.

Mujer Luna sosteniendo 
con tu rezo el corazón
de la Madrecita Tierra
que hoy nos da su bendición.





Mujeres Montañas

Este cantito nació de recordar como desde siempre las montañas han sido consideradas sagradas, un lugar de elevación del espíritu y encuentro con la divinidad;. dada la similitud entre la geografía de la tierra  y el cuerpo femenino, siento que ya es hora de invitar a  los hombres  a peregrinar por nuestras cumbres con la mente despejada y el corazón abierto a recibir  amor y paz.




Mujeres  Cordillera

Cuentan las historias
de antiguos linajes
de cuando las mujeres
se volvieron volcanes.

Sube hasta la cima 
alegre y sonriente, 
abraza el Universo
con toda tu mente.

Cantan las canciones
de viejas muy sabias
de cuando las mujeres
se volvieron montañas.

Sube hasta las nubes 
siguiendo el sendero, 
abraza el Universo 
con todo tu cuerpo.

Cuentas las historias 
de antiguas abuelas 
de cuando las mujeres 
se hicieron cordillera.

Sube hasta la cumbre
buscando bendición,
abraza el Universo
con todo el corazón. 






domingo, 24 de octubre de 2010

Crisis curativas.



El agua representa nuestro cuerpo emocional, lo cual,  considerando el porcentaje de agua que nos conforma , vuelve  indudable el efecto de la Luna sobre nuestro cuerpo y nuestros procesos emocionales.

La energía lunar moviliza nuestras emociones, y el cuerpo nos apoya en el proceso de  depuración,  por eso es que hablamos de crisis curativas.  Dada la complementación tierra-agua, físicamente no podemos sustraernos a lo que la luna mueve ciclo a ciclo, y a veces,   la limpieza se manifiesta como enfermedad, es común que hayan vómitos, diarreas, resfríos repentinos, etc , común pero no casual ; yo soy de la idea que según el bloqueo que nos afecte es la zona que nos da señales, es diferente un problema estomacal de una sinusitis, por ejemplo, dan cuenta de situaciones distintas. 

La medicina ocurre, seamos o no conscientes de la influencia de la la Luna, sin embargo, al tomar conciencia podemos estar más atentas e intencionar la sanación en la dirección de nuestro mayor bien. En importante reconocer las señales que nuestro cuerpo nos entrega, pues el mensaje si no es tomado en cuenta busca la forma de hacerse oir con más fuerza.

En la imagen aparece la luna movilizando, o más bien, magnetizando, las gotas de agua desde el suelo, figuran además dos perros aullando, lo cual representa la emergencia de nuestros instintos, del estrato más profundo del inconsciente al cual la luna le habla directamente. El escorpión o cangrejo que aparece es símbolo de la naturaleza medial que nos permite conectar la tierra y el agua, es un animal capaz de sumergirse en las profundidades y emerger ala superficie, es capaz de vivir en ambas realidades, emocional y concreta, y conectarlas. 

Las dos torrres que se ven al fondo representan la dualidad inherente al ser humano, cuyo  aprendizaje hasta nuevo  es por contraste, del mismo modo que la luna y el sol, son las dos caras de un mismo fenómeno y en complemento nos entregan una imagen integral. 

La luna nos permite ver aquello que a simple vista no es visible, representa el misterio, la oscuridad, el lenguaje de los sueños, las imágenes, la intuición como una forma alternativa e igualmente válida de conocimiento.

La Luna nos invita ver más allá de lo evidente y racional  a buscar en lo profundo, en las raíces, representa nuestro subconsciente, dónde se almacena el sustrato emocional y las pulsiones que nutren nuestra vida, es el espacio de lo no manifestado. 


La Luna también significa la aproximación al modo femenino de consciencia, a la energía magnética y la receptividad. Nos invita a revisar nuestras emociones más allá del filtro de la razón, nos pide sumergirnos en las aguas profundas y dejarnos fluir con la promesa de limpieza y sanación, pues recobrar la fluidez en nuestras vidas nos permite abrir el corazón y sacar a flote lo que es necesario cambiar. 

La luna, tal como muestra la imagen al sobreponer las figuras, toma la energía del sol y la distribuye por la galaxia a través d elas distintas constelaciones cada ciclo. Y esta relación de complementación va variando fase a fase. 

Al igual que para el Sol, arquetipo de la lucidez, la luna es nuestro espejo, nos muestra la otra cara, lo escondido que permanece ajeno a lo racional; nos da cuenta de otro tipo de información, ligado al sentir, a la fantasía, a las emociones, a las imágenes, los sueños. Y sin embargo, también podemos encontrar mucho miedo y sombras, porque la luna también es el espacio de la locura, porque si no iluminamos nuestra sombra, si no tenemos un punto de contraste, para ver, para vernos, ésta puede arrastrarnos hasta el fondo. 

De hecho, la Luna representa en cierto modo, el arquetip ode la sombra, en la medida que alberga y acumula todas aquellas proyecciones que hacemos sobre el otro o lo otro; el inconsciente colectivo vive en ella, con todo lo que tiene de bendición y de carga ancestral. 


CIRCULO DE CATARSIS FEMENINA






Ceremonia de Luna Menguante
Jueves 28 de Octubre, 19 hrs.
 Santos Dumont con Recoleta.
Apu Wechuraba, Templo de la Luna, Metro Cerro Blanco.


Escorpión remueve nuestra energía emocional desde lo más profundo, ayudándonos a reconocer e integrar los espacios desconocidos del alma, a la vez que nos muestra qué tan hondo es el cambio que necesitamos gestar.


Todas las mujeres son bienvenidas!!!

Recuerda beber abundante agua los días previos,  llevar falda y el corazón abierto a recibir la bendiciones que la lunita trae en este ciclo para nosotras.

Aporte: 3 mil pesos.


Más información con Manu al
7 740 92 05, escribir a sosteniendoelrezo@yahoo.com

Círculo de Mujeres


Las invito a sumarse a la medicina de los círculos:


 Todas las mujeres son bienvenidas!!!

La invitación es a catarsear juntas todos los meses, despejar el corazón y recibir las bendiciones que la luna ciclo a ciclo trae para nosotras.

El propósito del círculo es poder realizar la catarsis necesaria para ir desintoxicándonos de aquellas emociones que nos contaminan el alma y el cuerpo, hacernos conscientes de ellas, confrontarlas sin miedo y dejarlas ir aprovechando la contención del círculo.

La  ceremonia de Luna Menguante busca potenciar nuestros procesos de sanación, con la energía lunar en su fase de depuración, lo cual nos facilita el fluir con la emoción, siendo el momento propicio para sacar a flote lo que tenemos guardado, poder salir del estado de sumersión y  recobrar la fluidez en nuestras vidas.

La idea es limpiar nuestro cuerpo emocional de lo que ya no nos sirve para dejar entrar lo nuevo y poder elegir qué energía queremos honrar y cuál es tiempo de soltar; y en conjunto ayudar a sanar a la Tierra que amorosamente durante tanto tiempo se ha hecho cargo de nuestros procesos; ahora más que nunca, es tiempo de devolverle la mano y hacer lo nuestro.



viernes, 22 de octubre de 2010

La memoria

¿Para qué nos sirve recordar?

La memoria tiene mucho de discurso, es la forma en que narramos nuestra historia, que discurrimos por el tiempo y al recapitular nos hacemos presente. Sin embargo, no podemos olvidar que el discurso es por definición el lugar del engaño y que los filtros que supone la razón más que dar cuenta de una realidad integrada integral, cercenan y acomodan las vivencias a esquemas preconcebidos.

No es coincidencia que dentro de la simbología elemental, la memoria no esté vinculada al Aire, representación del pensamientos, del verbo que nos permite configurar la "realidad". Elementalmente la memoria se asocia al Agua, al cuerpo emocional; son las emociones las que guardan el registro de lo vivido, y si bien, precisamos la narración para darle forma a lo vivido, el contenido se registra en el agua y es de orden emocional no racional. 

Al volver en el tiempo no sólo se registran acontecimientos, fechas, datos o informaciones; las experiencias que se remueven al recordar pueden llegar a sentirse vívidamente, pues permanecen grabadas en nuestro cuerpo, en nuestros huesos, en nuestra sangre, más allá de cualquier análisis o consideración racional. 
Por lo general se registran más hechos infelices que afortunados,  lo cual da cuenta de dos cosas, una que los momentos felices los vivimos sin más, mientras que lo tristes los negamos y quedan atrapados en nuestro ser; y dos que nuestro entendimiento es muy limitado, porque los eventos dolorosos  se repiten  un otras otro, sin que por ello tomemos conciencia, precisamente porque la memoria está dormida. 

El olvido es voluntario,  obedece a la voluntad de borrar la memoria consciente o inconscientemente, es una suerte de defensa, un entumecimiento de los recuerdos que arrasa también con la posibilidad de evolucionar, porque sin registro, sin vivir a concho la vida, repetimos patrones una y otra vez. 

 El dolor desde mi entendimiento tiene una única función, lo que registramos como dolor emocional supone una toma de conciencia, haber vivido la experiencia profunda de estar vivo y experimentar toda la gama de emociones. Es precisamente sobre la base de esa experiencia vital que se construye la memoria. 

Muchas veces en el trance del auto analisis, ya sea terapia o búsqueda personal, nos toca revisar nuestra historia buscando la raíz de ciertas heridas, rastreando el origen de lo que nos aflige y no logramos aún superar, sólo para encontrarnos con una serie de repeticiones que reafirman un patrón sufriente; y digo, es posible  que a la primera no entendamos, pero a  la segunda, tercera, milésima, no será como mucho.

La cosa es que no hay registro, al recordar descubrimos que tal evento, proceso o experiencia si bien dolió, no hubo toma de conciencia, por miedo al dolor no logramos extraer la lección, pasamos de largo, o nos limitamos a lamentarnos, en lugar de ver lo que la vida nos quería mostrar.

No digo que todas las veces sea así, porque está claro que hay veces en que carecemos de los recursos para eleborar el dolor como durante la infancia por ejemplo, sin embargo,  me atrevería a decir que la mayoría de los intentos de sanación  fallan en un inicio porque pasamos por alto los factores emocionales implicados en nuestra historia.

Cuántas situaciones nos hubiésemos ahorrado sin antes de tropezar por enésima vez con la misma piedra, hubiésemos recordado que ya pasamos por ahí y nos enfocáramos en lo que sentimos al vivir algo similar




Hoy


Que el Universo escuché 
esta canción de Amor: 
El canto es medicina 
para mi corazón. 

Hoy me siento tan niña, 
hoy me siento mujer,
hoy me siento una abuela.
Soy todas a la vez

Ciclo tras ciclo crece
nuestra Hermandad de Paz.
La Luna nos bendice 
dándonos claridad. 

Junto a la Madre Tierra
que a todas nos sostiene, 
afirma tus raíces,
cumple lo que prometes.



La medicina del canto


Una de las primeras cosas que llamó mi atención al acercarme a los círculos de mujeres fueron los cantos, esa forma de liberar el alma, de sumarse y ser parte sin  demasiada reflexión ni medir el que dirán, sin auto vigilancia, sin control...

 Está demás decir que yo al principio me abstuve de cantar unas cuantas ceremonias, en mi clásico gesto de observar y tratar de entender, por no decir juzgar y tomar distancia, me quedé al margen oyendo. Creo que una parte de mí no se sentía de ánimo para celebrar, pensaba que no tenía razones (cómo si celebrar la vida fuera cuestión de razones) y también supuse que no era llegar y cantar. 

Me refiero a cantar con alegría,  a poner el corazón en cada palabra... Siendo yo una mujer de muchas palabras, hubo varias que me resultaron desconocidas: madre, padre, hermana,  gratitud, bendición, celebración, corazón de mujer... 

Cuando escuché que el canto era el rezo en movimiento, me hizo todo el sentido del mundo, porque ya presentía que aparte de embalarse cantando había que hacerse cargo del cantito, con el lenguaje siempre  es así ; osea, no era sólo el gesto externo de soltarse, que se valora un montón, tocaba además hacerse responsable del mensaje que estábamos enviando al Universo.

El día que por fin tuve la libertad de decir "Somos un corazón, Madre Tierra. Somos un corazón. Hermana Luna..." (el himno de aquellos tiempos), fue conscientemente y entonces mi corazón supo exactamente donde poner la intención.Yo que nunca aprendí a rezar, ni después del internado de monjas, pude por fin  cantar , y así cada vez, al ir sintiéndome y sabiéndome parte del círculo, fui haciendo míos otros cantitos.  Qué diferencia desde aquella primera vez, desde el silencio inicial, oirme cantando embaladísima: "Como no voy a ser feliz... Si tengo todo para ser feliz... Si tengo luna, si tengo sol, si tengo estrellas, si tengo amor..."

Al parecer la alegría es así, está siempre disponible, esperando por nosotras, a que seamos libres y nos atrevamos. y no digo obviar la pena o el dolor, que en la gama infinita de emociones también existen para comunicarnos algo, pero definitivamente, no venimos a este mundo a sufrir. Todo en la vida ha sido creado para deleitarnos, para vibrar en el Amor. 

Pienso en retrospectiva, y  reconozco que cantar mientras caminaba en las mañanas o al cocinar un día cualquiera, me salvó del absurdo más de una vez; recordando, recordando, la memoria se abre y ya no hacen falta maestros ni iluminaciones varias, todo lo que necesito y me sirve saber está en mi, ya no se trata de buscarle angustiada un sentido a la vida, porque Ella lo tiene todo el rato, sólo que a veces nos desconectamos de su infinita sabiduría. 

Y es que el cantito es una medicina poderosa, capaz de sostenernos en el día a día, cuando a la semana después del círculo empezamos a guatear; cantar nos recuerda que nuestro estado natural es la belleza, la armonía, la gratitud, la alegría y el gozo. De ese modo, he tenido varios cantitos de batalla para no olvidar quien soy  "Soy mujer de paz, caminante atenta, cuido a mi familia por todo el Kai Pacha" , para no desesperar en el intento "Todo está bien, nada me falta... todo está bien, nada me falta... Aquí en la tierra" y sobre todo para agradecer. 

Es cosa de permitir que el canto entre en el corazón, nos llene de alegría y gratitud, ahí está la clave para celebrar la vida, no es más complicado que eso. Honrando siempre el propósito del cantito, al hermanito o hermanita que lo aterrizó , respetando el rezo original y decidiendo si elegimos o no la responsabilidad que nuestras palabras implican. Y poner atención al momento de cantar, pues el canto mismo nos ayuda a desarrollar la presencia,  a ser conscientes, aquí y ahora; por ejemplo, cuando en un canto rotativo se repite por enésima vez una palabra o un verbo, es porque en algún punto de la rueda, nuestra atención se escapó para otro lado, y entonces deshonramos el momento presente. 

El canto siempre, siempre, incluso cuando cantamos dramáticas canciones de "amor", significa un mandato y un compromiso. Cantamos 3 veces, 1 para escuchar lo que cantamos, 2 para que nos escuché el círculo y 3 para que nos escuché el Universo, y ojo que el Universo  no decodifica el mensaje, no lo traduce, acoge nuestro rezo tal cual (debe ser que confía en nuestro discernimiento) y de inmediato extiende sus redes para apoyarnos con el propósito. 

Si algo nos resuena, conviene poner atención  a las palabras y hacernos responsables del rezo; abrir el corazón más allá de los filtros racionales y solo cantar... y así mismo cuando llegué la inspiración, entender que no se trata de algo mío, es la vida fluyendo a través de mi y como una vez me dijo Samai, hay cantitos que han esperado toda la vida para ser cantados por ti. Y cuando el corazón empiece a pulsar por un instrumento, escucharlo y dejar que llegue

La medicina del canto es la medicina del corazón expresándose, del verbo que se hace palabra, no es cuestión de saber cantar, tal vez al principio de un poco de veguenza, como cantar canciones en inglés sin saber inglés, pero es sólo un rato mientras recordamos que desde siempre hemos cantado para bendecir la vida. 

Cantamos para que se despeje el cielo, para que venga la lluvia, para despertar, para llamar al sueño o a la visión; cantamos porque no podemos no cantar, porque no es cosa de decir solamente; cantamos a la luna, al sol, a la tierra, al cielo, a todos los elementos, para reconocernos parte de Todo. Cantar es un acto de gratitud, de recordar y expresar nuestra vibración personal, nuestra voz; gracias por ser, gracias por existir. Eso es todo lo que la vida pide de nosotras a cambio de sus bendiciones, que nos entreguemos, que seamos parte y que hagamos nuestra parte.




Cantitos

Medicina de mujer


A mi Madre Tierra
 que todo lo sana,
hago esta ofrenda 
de sangre sagrada


Y con mi sangre
 volviendo a la tierra
rompen cadenas
 todas mis abuelas.


Que mi lunita 
sea la simiente
de mi linaje libre
 para siempre  


Esta es semilla de luz...
esta es semilla de paz...
Vuelve a la tierra 
a engendrar...
Sanación, bendición...
Medicina de mujer.


Sanación, bendición...
Medicina de mujer.

martes, 19 de octubre de 2010